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Cómo el Masaje me ha Transformado y Cómo puede Transformarte a ti También

Cómo el Masaje me ha Transformado y Cómo puede Transformarte a ti También

A través de la Biodanza, el tantra y el masaje, he experimentado el contacto en diferentes versiones.

Siempre ha supuesto una vivencia transformadora.
¡Me ha ayudado a darme cuenta de tantas cosas!

En los inicios, sentía con mucha fuerza, que necesitaba que me tocaran con consciencia.
En otros momentos conecté con la rabia.
Otras veces no quería que ciertas personas me acariciaran.
Y en múltiples ocasiones ha supuesto una meditación, me han llegado mensajes, ideas, aclaraciones, y se han conectado campos dentro de mí.
Me abandono con facilidad y cuando recibo, descubro muchas cosas.

Ahora, lo que me acercó más al masaje fue darlo.

Esto es todo un viaje para mí. Un universo entero se abre ahí delante y entro en un estado atemporal. Es como si entrara en la “nube” y tuviera acceso al Todo.

Conozco aspectos de la persona que no sabría explicar, pero es esa la sensación.
Entro en su energía y somos Uno. La siento como familia.
Al llegar por primera vez tiene un aspecto, y cuando terminamos el masaje, ha pasado algo, ocurrió alquimia. La diosa nos envolvió y somos de la misma sangre, hemos entrado en comunión.

Y me preguntan; pero qué sabes de mí en el masaje, qué cosas has visto…
A veces puedo contestar, otras muchas no.

Cuando hacemos el amor con alguien, conocemos algo de esa persona, hay una familiaridad, cosas que no se pueden explicar, pero que están ahí.
Pues esto es lo que ocurre en el masaje, es igual.

Algo muy importante que me ha dado esta experiencia es auto terapia.

Cuando damos un masaje, sanamos ambas personas.
Al terminar, me miro al espejo y estoy bellísima.
No me siento guapa de forma egoica no.
Lo que veo, es el reflejo de la diosa en mi rostro.

La autocuración procede del espejo que es el otro.
Cuando acariciamos a otra persona, comienzan a aparecer nuestras sombras, dramas y también las luces.
Puede ser que en un inicio pensemos que es de él.
Pero no, el otro es un reflejo, nos lo enseña.

El coraje y la valentía de verlo y perdonarlo, será lo que nos sane.

Recuerdo a un cliente que me pidió masaje tántrico. Para conocernos, comenzamos con un Dakini I.
Bueno, tenía algo que me causaba mucho rechazo. Y yo no quería recibirle para la siguiente sesión.
Él insistió en tomar el tántrico.
Le di cita un mes después.
La verdad es que me di ese tiempo por ver qué me pasaba con él.

Llegó la sesión y todavía seguía sintiendo un no por dentro. Lo tomé como un reto. Pensé que dándole el masaje descubriría lo que me pasaba.
Y así fue, al acariciar sus piernas y otras partes de su cuerpo, conecté con mi padre. Como cosas que no aceptaba de él y que merodeaban en mi interior.
Ese tipo de cosas se ponen en el medio de las relaciones y nos impiden el amor sano de pareja.

A través de las caricias, llegó el perdón.
Todo aquello que yo sentía se fue bañando de amabilidad hacia mí misma.
Sus piernas me empezaron a parecer bien, todo estaba bien ¡sí!

Finalmente, me llené de una gran compasión por mi padre y por ese cliente.

El otro eres tú, somos uno.
La realidad es que no hay nada que no seas tú.
Por lo tanto, cuando acariciamos al otro, nos acariciamos a nosotros mismos.

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